
Desde el momento exacto en el que Gran Bretaña decidió celebrar su razón de ser a través del britpop, Blur se volvió el representante más fidedigno del género. La banda no solo coincidía en tiempo y espacio con el movimiento, sino que en cierto modo lo enaltecía: las canciones que la banda firmó entre 1993 y 1995 eran viñetas costumbristas ácidas que miraban al self británico y lo retrababan, muchas veces en una caricatura tan cruel como certera gracias a la pluma filosa de Damon Albarn.
Pero todo cambió en 1997: a tono con el cambio de espíritu que propiciaría la música del país a lo largo del año, en febrero, Blur publicó su disco homónimo, y el cambio fue radical. Casi a tono con el título de una de sus canciones, el álbum retrata el espíritu de fin de fiesta de una banda que se había divertido demasiado y de repente sintió la necesidad de frenar la maquinaria, mirar el recorrido y plantear en voz alta las cosas que le estaban pasando a sus integrantes después de tanto tiempo como centro de atención, incluida una escala como centro de atención en una batalla con Oasis, en un conflicto en el que ninguna de las partes parecía saber qué hacer.
Y si antes el grupo era el equivalente sonoro a la Union Jack, en Blur la banda armó las valijas y se instaló en Islandia y sintonizó con el rock alternativo del otro lado del Atlántico, con Pavement como referencia ineludible. “Sacamos toda la mierda, mantuvimos las cosas lo más simples posible, volvimos a lo básico”, le dice el bajista Alex James a Silencio dos décadas y media después. Si bien la banda no se reunirá para celebrar las bodas de plata del disco ni hay reediciones onerosas a la vista, el grupo aprovechó el aniversario del lanzamiento de “Song 2” como single para remasterizar todos sus videos en 4K, y también para estrenar una versión alternativa del clip, que podés ver al final de esta entrevista.
Expresar lo que te está pasando es una cosa muy valiosa y satisfactoria de realizar. Queríamos tomar lo que teníamos dentro nuestro, sacarlo a la luz y expresarlo de la manera más simple que fuera posible.
¿Cómo fue que la banda más representativa de la cultura británica terminó haciendo un disco tan estadounidense?
Nunca lo había pensado así, pero puede ser (se ríe). Hasta ese momento, habíamos estado haciendo discos que deliberadamente sonaban británicos. Habíamos tenido que girar por Estados Unidos, donde fuimos confrontados por el tsunami de la música grunge, y creo que el britpop fue un poco nuestra reacción hacia eso. Pero creo que llegó el punto en el que dijimos "¿Sabés qué? Ya fue suficiente. Basta de trompetas, basta de todo eso". Fue como apagar una computadora y prenderla de vuelta, un poco como un reseteo de fábrica.
¿Cómo llevaron adelante ese proceso?
Éramos cuatro tipos en una habitación tocando sus guitarras, simplemente dejando que todo fluya. Blur fue nuestro quinto disco, ya llevábamos casi diez años juntos a esa altura. Nos pasamos horas y horas tocando juntos todos los días sin descanso. Supongo que nos volvimos bastante buenos músicos para ese momento, porque te podés volver bueno en cualquier cosa que sea que hagas si lo hacés todos los días. Creo que toma una determinada cantidad de confianza para hacer que las cosas se mantengan así de simples. Tenés que estar seguro en lo que hacés, y creo que las mejores cosas son las más simples.
El disco toma distancia en particular de lo que hicieron entre Modern Life is Rubbish y The Great Escape. ¿Fue deliberada esa intención de reformularse?
El primer disco lo hicimos con canciones que habíamos escrito cuando todavía estábamos en la universidad. Simplemente reunimos las canciones que salieron a lo largo de un par de años mientras dábamos nuestros primeros conciertos y tratábamos de hallar nuestro camino en distintos estudios. Modern Life is Rubbish, Parklife y The Great Escape siempre se sintieron como que eran un sonido que evolucionaba y se desarrollaba constantemente. Creo que al final de ese proceso, hubo varias razones. Queríamos hacer algo nuevo para mantenernos interesados. Cuando estás en tus veintipico en una banda de rock, puede ser muy difícil mantenerse cuerdo. Hay tanta demencia ocurriendo en tu vida, pero el único ancla que tenés con la realidad es que tenés esta habilidad de expresarte a través de la música.
¿Y cuál fue el proceso para ustedes?
Creo que en vez de intentar hacer discos que sean exitosos, que es una misión bastante carente de alma, me parece que pensamos en que era mejor intentar expresar qué era lo que estábamos sintiendo. Expresar lo que te está pasando es una cosa muy valiosa y satisfactoria de realizar. Queríamos tomar lo que teníamos dentro nuestro, sacarlo a la luz, y expresarlo de la manera más simple que fuera posible. No fue algo que hayamos pensado demasiado porque ya habíamos tocado juntos por mucho tiempo para esa altura. No teníamos que pensarlo.
El disco también se volvió la base para la manera en la que Blur comenzó a trabajar de ahí en más.
Sí, siempre es fácil repetir lo que hiciste ayer antes que hacer algo nuevo, pero desde Blur todos nosotros como personas empezamos a hacer nuevas cosas con nuestras vidas. Espiritualmente, era importante para nosotros seguir evolucionando, y teníamos un equipo de gente que ensamblamos alrededor nuestro. Trabajábamos con el mismo productor, con el mismo ingeniero, hasta los mismos técnicos de guitarra, y todos sabían exactamente qué queríamos y podíamos comunicarnos entre nosotros muy bien.
¿Influyó que decidieran grabar el disco en Reykjavik en vez de en Inglaterra?
Creo que lo que pasó fue que Damon había tenido sueños bastante recurrentes sobre Islandia. Después conoció a una chica islandesa que le gustaba y terminó yendo allá. Todo se empezó a poner un poco raro a partir de The Great Escape, con toda esa cosa de Oasis. Damon no podía ir a ningún lado sin que alguien hiciese sonar "Wonderwall" (se ríe). Creo que simplemente necesitaba irse a otro lugar, y siempre fue bastante bueno en eso de encontrar un nuevo pozo del cual abrevar, un lugar nuevo al que ir. Recuerdo que nos dijo "me voy a Islandia", y a las 24 horas de llegar nos llamó y nos dijo "vengan, esto es fantástico". Fue el tipo de lugar ideal para ir y rearmarnos como grupo. Era como ir a un mundo completamente distinto, algo que nunca antes había experimentado. Es un lugar hermoso, plagado de fuego islandés. Un poco fue como adentrarse caminando en Game of Thrones y creo que ahí fue que hicimos el reseteo que mencionaba antes.
Después de 25 años, ¿ves al disco como el momento en el que decidieron reconstruir el grupo?
No estoy seguro de si fue algo que discutimos demasiado. Éramos cuatro personas en la banda empujando las cosas en direcciones distintas, pero creo que había un sentimiento unificador. Necesitábamos volver al origen y las cosas simples. Lo más difícil al estar en una banda es encontrar la gente con la que estar en esa banda, y creo que nosotros fuimos muy afortunados de tenernos mutuamente. La primera vez que entramos a una sala de ensayo los cuatro juntos, escribimos nuestro primer single. Compusimos "She's So High" en la sala, y Graham lo grabó en un cassette. Lo escuchás y podés darte cuenta de que es Blur ya en la primera vez que tocamos juntos, no podía ser ninguna otra banda en el mundo. Tuvimos una suerte de conexión musical. A veces te pasa eso con la gente, resultamos tener el balance correcto de personalidades. Ni siquiera fue algo que lo hayamos hablado, era todo sobre la música: "Hacé esto más rápido", "fijate de hacer un sol menor acá" o "¿Podés hacer que suene un poco más a Iggy Pop & the Stooges?". Al mismo tiempo, una banda es algo que se mueve constantemente, así que estábamos todos haciendo malabares y tirándonos pelotas los unos a los otros.
¿Podían llevarlo a cabo juntos?
Es un juego de equipo, y creo que para esa altura teníamos una sensación bastante precisa de la manera de tocar de los demás, hasta de los fraseos de cada uno. Era el beneficio de haber pasado tantos años tocando juntos, que las bandas ya no tienen más. No estoy seguro de sí siguen existiendo bandas: las grandes estrellas de hoy son los cantautores con un equipo de músicos detrás que trabajan para ellos. Acá éramos los mismos cuatro tipos desde el primer día todos los días durante una década. Increíblemente, tuvimos tiempo para aprender nuestros oficios. Pudimos trabajar bastante rápido, sobre todo por este equipo que construimos a nuestro alrededor.
¿Cuál creés que fue el mayor aprendizaje del proceso de creación de Blur?
Muchas de las cosas de ese disco las hicimos casi en vivo, como "Song 2", por ejemplo. La grabamos en casi veinte minutos, fue todo tan rápido que es difícil recordar cómo fue que la hicimos. Yo tenía una resaca atroz y había dormido solamente una hora, y estábamos esperando que nos trajeran un equipo para grabar, una unidad de efectos, creo que era un Eventide Harmonizer, una pieza enorme. Mientras nos quedábamos esperando, como tardaba tanto y nos empezamos a aburrir. Graham de repente montó otra batería en el estudio al lado de la de Dave, y los dos se pusieron a tocar juntos esa base. Empezamos a tocar todos juntos y nos sonaba demasiado bien, y de repente nos trajeron el Harmonizer, y ya ni lo necesitábamos.
¿Los convenció de entrada?
La escuchamos un par de veces unos días después y decíamos "Está buena, pero ojalá tuviéramos tiempo de terminarla porque solo dura dos minutos, le falta un puente". Damon intentó hacerle uno, porque además solo teníamos la voz que había grabado como referencia. Pasamos dos días en Islandia intentando replicar esa versión, pero esa toma original tenía un sentimiento visceral y nada fue tan bueno como ese primer intento. Y eso fue exactamente lo que intentábamos alcanzar: capturar algo en vez tener que construir algo. Los discos por lo general se construyen desde los cimientos, como una casa, pero esto fue todo junto, de un golpe. Creo que ninguno de nosotros sabía lo que habíamos hecho, yo solo quería irme a dormir porque estaba con esa resaca espantosa.