15/07/2022

Leé un capítulo de la biografía de Don Cornelio y la Zona

Adriana Rodríguez / Gentileza
Don Cornelio Y La Zona

La historia de Don Cornelio y la Zona no puede analizarse desde un solo eje. Está el plano musical, de una banda que abrazó el post punk en su debut homónimo y luego entregó su versión más cruda posible en Patria o Muerte. Está también el retrato de una Buenos Aires en ebullición constante post regreso de la democracia y, en sintonía con todo lo anterior, una militancia política en el mundo universitario que hacía que todo fuera parte de un mismo rompecabezas en el que las piezas se reestructuraban de manera constante.

Pozoguerrilleroirascible da cuenta de todo ese proceso y más. A lo largo de sus páginas, el periodista Santiago Segura construye un relato coral del que participan todos los involucrados, con Palo Pandolfo a la cabeza, para terminar de dar forma a la historia de un grupo que es también la de un lugar y un momento histórico específicos. A modo de anticipo, compartimos el capítulo “Orbitando”, gentileza de Vademécum Editorial.  

“Bueno, hoy se va a sumar acá a esta banda de bandoleros un integrante más, momentáneo. Tiene su banda, una banda que yo les aconsejo que la vayan a ver, que se llama Don Cornelio, y que se llama Claudio. Y que nos va a acompañar... creo que nos va a acompañar”, dice el Indio Solari entre risas el 16 de mayo de 1986. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota está en escena en Paladium con un invitado especial. Es la primera fecha del espectáculo que los Redondos dan en llamar Efímero y, como es lógico, inicia con ‘Ya nadie va a escuchar tu remera’, aquella oración que aboga por conservar el estado de ánimo ante las insoportables demandas del mundo. Culmina la presentación de Carlos a Claudio y la banda arremete con ‘Canción para naufragios’. La batería electrónica de Fernández emerge como una fuerza seca que acentúa la ya de por sí agobiante atmósfera del clásico ricotero. Hará lo propio a lo largo de todo el show en futuros himnos del grupo, como ‘Preso en mi ciudad’. El 17 de mayo se repite la cita en Paladium y, esa vez, Claudio es presentado como “un redondo más, un redondo circunstancial, tiene su banda...”.

Claudio Fernández: El concierto en el que debutan Fede y Fernando es en Gracias Nena. [Lee la dirección] “Dorrego 1128”. Acá usábamos Letraset, vos no habías nacido cuando estaba esto. Ahí arranca una historia muy especial para mí, porque en ese show nos ven los Redondos. Nosotros ponemos en el aviso: “Don Cornelio, psicodelia romántica, muy cerca del arpa”. Eso lo lee Enrique Symns, le llama la atención, y les dice a Skay y Poli. Vienen al show. Nosotros no es que éramos nada, éramos menos 200, nada de nada. Habíamos dado cuatro o cinco shows para amigos y nada más.

Federico Ghazarossian: Los Redondos vinieron a vernos a mi primer show. Bah, la Negra Poli y Skay, con Tom Lupo. Y se coparon con Claudio.

Alejandro Varela: Yo establecí el contacto con los Redondos. Con Claudio y Palo (y después Federico cuando se sumó) íbamos a todos los recitales, panfleteábamos, imprimíamos fotocopias. Y una de esas panfleteadas fue cuando García presenta Tango con Pedro Aznar en Paladium. Agarrábamos la cola de la gente entrando y nos repartíamos, porque si no después entraban todos juntos y te quedabas con los cosos en la mano. Era chamuyo, tracción a sangre. Y una de las personas en la cola esa noche era Poli. Ella y Skay estaban ahí, y me entraron a preguntar cosas cuando les di el flyer. Yo ni sabía quiénes eran, ellos me tiraron de la lengua y yo les contaba, como hubiera hecho con cualquiera. Era del show en Gracias Nena, estaba buenísimo ese boliche. Nosotros solíamos ir a ver a las bandas que nos gustaban, y un día nos dijimos que teníamos que tocar ahí. Preguntamos con quién había que hablar, y fuimos un jueves a las dos de la tarde a charlar con un fulano. Creo que nos dio un sábado, que era bastante.

Mónica Delfino: En esa época, yo era periodista y un montón de cosas más. Éramos amigos con Poli, Skay y los demás. Hice una cobertura de los Redondos en diciembre del 83, les pedí una nota y somos amigos desde entonces. Trabajé con ellos mucho tiempo después, para los shows en los estadios de Huracán, Racing y River. Pero en los 80 éramos pocos en el medio: periodistas, músicos, lugares que se frecuentaban. Poli y Skay salían mucho, y veían bandas. La personalidad de Claudio era fascinante, era como un niño. Ahora lo veo a la distancia y era un niño. Los vi en vivo con ellos y compartí noches de bares. Vi aquellos shows de ellos con Claudio como invitado. Supongo que vieron en él esa inocencia, autenticidad y talento.

Gustavo Pingüino García: Nos encontramos con Poli y Skay para ir, después cayó Symns. Y a Skay le gustó el show, y le gustó Claudio. Poli era bastante darkie, le gustaba mucho esa onda, y lo que decía ella era santa palabra, por supuesto [se ríe]. No lo de Claudio, que tocara... necesitaban y querían algo así para los temas nuevos.

Claudio Fernández: Yo en ese momento tocaba con una batería acústica, pero también tenía una Drum X que era la imitación argentina de las baterías Simmons, las hexagonales. El principio de ‘El rosario en el muro’ era con esa batería en aquella época, después lo grabé con la acústica. Era algo nuevo, tuve la tercera de esas acá; la primera la tuvo Charly Alberti. Después me hice amigo del pibe que las fabricaba, un loco de Olivos. Y a ellos les gustó el sonido, venían de hacer Gulp. Hablamos y al otro día vino a la sala Skay con su ranchera Ford. Los Redondos no eran lo que son hoy, pero ya pasaba algo importante con ellos.

En el número 265 de la revista Pelo (mayo de 1986), el Indio promocionaba aquellos shows del 16 y 17 del mismo mes en Paladium. Con Oktubre aún inédito, el grupo tocaría todas aquellas canciones nuevas a excepción de, valga la paradoja, ‘Fuegos de octubre’. Solari anunciaba ante la periodista Adriana Mercuri: “Con relación a la novedad musical, está dada por el apoyo percusivo, que no va a estar en todo el set. El sonido que buscamos tiene que ser diverso. [...] Quiero aclararte que este apoyo de percusión del que hablé antes estará a cargo de Claudio, un chico de una banda nueva que se llama Don Cornelio, que realmente vibra sobre el escenario”. Dos números después, la crítica del show por Diego Curubeto no era demasiado benevolente con el papel de Claudio: “Los Redondos mostraron que se la bancan exclusiva y únicamente con su música […] Sin embargo, el show no tuvo ninguna sorpresa; sus temas clásicos sonaron igual que siempre, sin que el agregado de percusión electrónica aportara mucho”. Escuchar los shows hoy, en perspectiva, sugiere otra cosa: la batería de Fernández resulta una textura crucial para aquel sonido del grupo, que estaba en su pico de inspiración.

Palo Pandolfo: Poli y Skay vinieron a la sala. Son cosas de Claudio todas esas. Eran raros porque eran modernos, pero más grandes. Es importante que Skay y Poli nos llevan a la radio con el demo que tenía ‘El tango de mi nena’, era lo que teníamos grabado. ¡Fuimos con eso a la Rock & Pop, el demo del año anterior! Poli y Skay nos llevan al programa de Bobby Flores y ahí pasan el casete de Don Cornelio.

Alejandro Varela: Ellos nos pusieron en la radio. Tenían un trato especial con la prensa, y gracias a ellos se nos abre la puerta del establishment. Nadie les pidió nada, lo hicieron de onda. Te digo, yo ni sabía quiénes eran, conocía al grupo pero no las caras.

Don Cornelio Y La Zona

Claudio Fernández: Nos dijeron que los acompañáramos a la Rock & Pop, que iban a llevar nuestro demo. Y ahí nos recibió Quique Prosen. El demo era un casete Aiwa de metal, me acuerdo tal cual. Y después el Indio en las notas hablaba de nosotros: “Viene a tocar con nosotros un chico de una banda que se llama Don Cornelio”. No nos había escuchado nunca, pero qué pasaba: cuando terminaba el ensayo en la casa de Poli y Skay de la calle Soler, yo me venía con el Indio en el Fiat 125 y lo dejaba en la estación Floresta para que él se tomara el tren a su casa. Creo que vivía por Hurlingham o por ahí, todavía no era la casa de Leloir. El Piojo Ábalos también vivía por allá. Y esa fue una mano importante, porque Cornelio se empezó a escuchar sin haber grabado nada. El punto determinante es que, cuando los periodistas nos descubren, nosotros no titubeamos. Fuimos siempre una aplanadora.

Palo Pandolfo: Ellos agarran a Claudio y lo ponen a laburar antes de que salga el disco de Don Cornelio. Qué increíble, ¿no? Nosotros fuimos a los ensayos de Oktubre, bah, a un ensayo seguro. No estaba el Indio, estaba Skay, que era mi amigo, y todos los demás, que son divinos: el Piojo Ábalos; los dos violeros, Skay con Tito Fargo, excelentes. Willy Crook, Semilla Bucciarelli... ¡Y Claudio tocando ahí! Pero no estaba el Indio, ¿por qué? Nunca lo vi. Ya no se mostraba: él construyó la estrella así, es un dios de la ocultación. Yo era un boludo ahí perdido, no sabía lo que estaba haciendo, y ellos eran pibes grandes que sabían muy bien lo que hacían. Y la Negra Poli era nuestra amiga. Es rarísimo cómo se dieron todos los elementos alrededor de Don Cornelio. ¡Nos vinieron a buscar y Claudio los articulaba!

Claudio Fernández: Mirá esta nota [muestra una revista]: “¿Qué hay de nuevo?”. Te tiro las bandas: Fricción, Art Noveau, Sobrecarga, Cadillacs, Marte Ataca, Clap, Biorsi, Jay Jay, Don Cornelio, Los Argentinos, Alerta Roja y Alphonso S’Entrega. Adriana Mercuri fue la chica que vino al show, esto fue después de Gracias Nena. Ahí empecé a ensayar con Los Redondos y terminé grabando en Oktubre con ellos, haciendo ‘Motorpsico’.

Osvel Costa: No recuerdo las sesiones con Claudio en la grabación de Oktubre, seguramente porque no deben haber sido muchas.

Alejandro Varela: Cuando dimos el show de San Francisco Tramway, el siguiente a Gracias Nena, ya había venido un montón de gente del ambiente. A Poli y Skay les había gustado la banda y nos dieron una mano gigante, le llevaron el demo a Quique Prosen. Lo pasaron un montón de veces a cambio de nada. Los Redondos tenían eso, que eran amigos de todo el under periodístico, la crema del rock. La Negra los conocía a todos.

Fernando Colombo: Ella movía por abajo y nos iban a ver todos los periodistas, ahí fue el empujón.

Claudio Fernández: Nosotros lo aprovechamos, porque habíamos dado pocos shows, pero eran unos shows del carajo. Siempre nos destacamos por sonar y porque lo que se veía era bueno. No tuvimos shows malos: podía variar la intensidad, pero malos no eran nunca. Era eso que se producía, como una fórmula química. Cuando vos juntás cuatro elementos o cinco, donde vos sabés el accionar del otro, la mecánica funciona. La gente salía encantada, nunca nadie me dijo: “Hoy estuvo horrible”.

Fernando Colombo: Claudio quedó en el disco como Claudio Cornelio de boludo, por presentarse así. “Hola, habla Claudio Cornelio o Claudio, de Don Cornelio”. Me acuerdo siempre que, al final del show de presentación, tiró los palos como si fuera el baterista de King Crimson. Se los había comprado especialmente para ese día, le habían salido una fortuna. Los tiró y, cuando se dio cuenta, gritó: “La concha de la lora”. ¡Se acordó!

Alejandro Varela: Claudio nunca se presentó en AADI [Asociación Argentina de Intérpretes]. Yo siempre le digo: “¡Vos sos un boludo!”. Podría haber sido millonario con eso, sigue sonando en la radio todos los días. No te digo que vivís de eso, pero más o menos.

En septiembre de 1986, Pelo anunciaba el segundo disco de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Octubre (así, con C) y a sus dos músicos invitados: “Daniel Melero y Claudio Cornelio”. Los días 18 y 25 de dicho mes, los Redondos presentarían Oktubre nuevamente en Paladium, y otra vez con Claudio como invitado. Melero, el otro convidado del álbum, ya tenía bajo su órbita al grupo de jóvenes de Flores y Floresta en el que participaba el baterista de apellido alterado. El encargado incluso tendría injerencia en la conformación de la banda, que continuaba moviendo fichas.

Palo Pandolfo: Por otro lado, ya habíamos hecho relaciones con Daniel Melero.

Claudio Fernández: Yo fui el nexo con Melero. Me encantaban Los Encargados y pegué onda con él, de ir a verlos; iba mucho a Nazca y Bogotá, donde ensayaban en un PH. Ahí tuve mi acercamiento a lo que era el MIDI y la batería electrónica, tenían una LinnDrumm divina.

Fernando Colombo: Gustavo no grabó el disco por boludo, tenía un buen teclado. ¿Viste que los Divididos no pueden conservar el baterista? Bueno, nosotros no podíamos con los tecladistas. Un día, teníamos un show en vacaciones de invierno y dijo que se tenía que ir a esquiar. Cuando dijo eso lo miramos todos y le dijimos: “Chau”.

Alejandro Varela: Gustavo Campana tocó en dos shows, en Gracias Nena y en La Capilla. Hay fotos, Gustavo García sacó como dos rollos del show de La Capilla. Ahí aparecen las máscaras, pero tampoco fue algo de siempre, fue algo de unas pocas veces. Tampoco era tan novedoso, porque ya lo hacía Peter Gabriel. No me acuerdo quién las hacía, pero hacíamos nuestro vestuario también.

Gustavo Pingüino García: En el 86, creo que en La Capilla de julio, apareció la máscara. El lugar daba para eso, y fue bastante gente esa vez. Ahí les saqué muchas fotos. Gustavo Campana estaba en ese show, creo recordar. Pero debe haber estado en dos shows ese chico.

Gustavo Campana: No recuerdo el momento en que dejé la banda, pero yo trabajaba en un negocio familiar, y lamentablemente no me dejaba mucho tiempo para mí. Don Cornelio comenzaba a crecer con mucha fuerza y tenía muchos compromisos para salir a tocar, viajes, creo, y lamentablemente no era posible para mí mantenerme. Los iba a trabar, y no podía hacer ambas cosas con seriedad, por eso tuve que dejar. Fue muy doloroso, era muy bueno tocar con ellos.

Daniel Gorostegui: Entré por sugerencia de Daniel Melero. Yo vivía en Mar del Plata, pero venía seguido a comprar discos y ver shows. Lo iba a ver a él al Einstein, al Zero. También a Sumo, a Soda, todo ese target. Era la gloria. Allá llegaba muy poquito, y el tema de comprar música era esencial para mí. Le pregunté a Daniel si conocía alguna banda para tocar, él era una de las pocas personas que me conectaba con lo que sucedía, con lo contemporáneo. Y me dijo: “Hay unos chicos de acá de Flores que están haciendo algo muy bueno”.